sábado, 26 de julio de 2008

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UN VIAJERO DEL 36

Por José Luís Conde Ayala

La verdad es que aquel colérico verano de hace setenta y dos años, el del 36, no dejó indiferente a nadie en nuestro pequeño mundo, pues unos, los más avisados –viéndolas venir y barruntando que no pintaban bastos- hicieron las maletas el viernes 17 de julio al atardecer poniendo tierra de por medio, mas otros, más confiados (y el exceso le costó caro, muy caro) esperaron hasta el lunes 20 o al martes 21 y se encontraron con lo que ni en sus peores pesadillas pudieron imaginar, es decir aparte perder el tren lo perdieron todo, todo lo que verdaderamente importa.

Pero a pesar de los rigores de aquellos días y los naturales desbarajustes hubo viajeros a quienes les duró el menester hasta bien entrado diciembre, aunque para su desgracia nunca pudieron volver a su casa, a su Antequera, pues en su destino estaba escrito el mortal encontronazo con un trozo de metal ardiente que rompería sus carnes, y que a la postre los llevaría a un largo viaje sin retorno… Algo así sucedió a Antonio, al capitán antequerano de milicias Antonio M., al bravo muchacho de rostro franco y sonrisa tímida que fue enterrado con todos los honores un día 12 de diciembre de 1936 en Málaga porque su viaje, el que inicia un 19 de julio cuando se monta en el tren que lo devuelve a su Antequera, había acabado: aquí, en esta ciudad, se pudo haber quedado, disfrutando de sus privilegios y logros ( era, a pesar de su extremada juventud secretario de una organización republicana), mas su espíritu de viajero inquieto lo lleva a Cauche, donde lidera (se gana a pulso el mando) un batallón de caballería, y desde allí como base no para de viajar y descubrir los rincones más hermosos de nuestra geografía, vivaqueando aquí y batallando allá, redescubriendo lugares y amando, hasta que un mal encontronazo con otros viajeros (con otros gustos y otras opiniones) cierra su círculo, y de tan mala manera que el bayonetazo clavado, descoyuntado lo dejó en la tierra que tanto amaba.

sábado, 19 de julio de 2008

JULIO Y LOS RUMORES DE ANOCHECER

Julio no es un mes cualquiera desde hace setenta y dos años para el imaginario de bastantes generaciones porque no sólo es el primero del verano que se inicia sino que en lo más profundo de su memoria es sinónimo de la gran migración. Julio es temblor, compulsivo desplazamiento a otras geografías para huir de una y terrible realidad y para buscar una vida que se niega en el origen, del éxodo de familias enteras que huyen con sus enseres camino de la nada, del tránsito por carreteras polvorientas y machacadas por un sol que derrite los sueños: Julio es, en realidad, sinónimo de nomadeos e incertidumbres, de búsqueda desesperada, de huida agobiante, de miedo a quedarse a merced de las bayonetas que amenazan y de las balas ardientes que preludian la nada.

Ocurrió un domingo de hace setenta y dos años -de un mes de julio terriblemente colérico - cuando se acabó el mundo, cuando se comenzaron a escribir terribles historias que aun nos perturban, cuando los caminos dejaron de ser ríos de polvo porque eran ríos de sangre y lágrimas, de caminos llenos de sombras sin rostro que ansiaban poner tierra de por medio entre el origen y la meta: allá al final del camino –se dicen los forzados viajeros, con voz ronca por la sed y el miedo, por el cansancio y la angustia- quizás el descanso, quizás un vaso de agua fresca del pozo, quizás el final de la locura y el fin de la pesadilla.

Julio, aquel domingo de Julio de hace setenta y dos años, fue el prólogo de un viaje inacabable para muchos cientos de miles de involuntarios viajeros, y tan inacabable que para algunos aun continua: aun merodean hijos de la vieja España por Güssen, por los desiertos de Libia, por los fiordos Noruegos, por los meandros del Jarama, entre las ruinas de Belchite o entre barrancos y hondonadas que no aparecen en mapas ni itinerario alguno… Y están perdidos, sin papeles, sin brújula que les oriente y que les facilite el retorno, pues son, aquellos forzados viajeros de hace setenta y dos años, sombras y polvo y rumores del anochecer.

martes, 1 de julio de 2008

ANIVERSARIO

..Hoy ha amanecido con el nombre Julio flotando entre las sombras, con el nombre Monterito que me acusaba de olvidos, con todos los nombres que ya no existen reclamando su cuota de vida-
¡Que desdichado y cobarde me siento!