martes, 19 de octubre de 2010
domingo, 25 de julio de 2010
¿ A DÓNDE IRÁN ESTOS MARINERITOS?

Quizás fueran las primeras horas de la mañana de un 15 de agosto de 1936, pues el sol alarga las sombras hacia el oeste. Y ellos, marineros muy alejados de los mares y debidamente armados posan en las afueras de Antequera, en la puerta de Granada, antes de emprender el camino que los llevará a Archidona para "liberarla de las maldades infligidas por los malvados republicanos"
Cuentan las crónicas nunca escritas que allí llegaron a primeras horas de la tarde y cuando más calor hacía, y cuentan que el horror que vieron superaba lo nunca visto: muertos por las calles solitarias, sin distinción de sexo, de mujeres y hombres, de jóvenes y viejos, de derechas y de izquierdas aprisionados entre los muros del viejo convento de Santo Domingo a espera de ser pasados por las armas... Dicen que aquello se había escapado de las manos a los reconquistadores faciosos, que nada pudieron hacer para frenar la codicia de la morisma que primero mataba y después preguntaba, y hasta que pudieron poner un poco de orden aquello fue una escabechina de la que se salvo por los pelos de ser fusilado por "rojo" mísmísimo jefe de falange local.
Cuentan las crónicas nunca escritas que allí llegaron a primeras horas de la tarde y cuando más calor hacía, y cuentan que el horror que vieron superaba lo nunca visto: muertos por las calles solitarias, sin distinción de sexo, de mujeres y hombres, de jóvenes y viejos, de derechas y de izquierdas aprisionados entre los muros del viejo convento de Santo Domingo a espera de ser pasados por las armas... Dicen que aquello se había escapado de las manos a los reconquistadores faciosos, que nada pudieron hacer para frenar la codicia de la morisma que primero mataba y después preguntaba, y hasta que pudieron poner un poco de orden aquello fue una escabechina de la que se salvo por los pelos de ser fusilado por "rojo" mísmísimo jefe de falange local.
lunes, 10 de mayo de 2010
TAMBORES DE GUERRA

Instructores militarizados en primera línea, bien uniformados grandes y chicos y según las ordenanzas castrenses: están en las afueras de Antequera y quizás a finales del verano del 36 o en la primavera del 37, están en un descampado y quizás cerca del río para que los aprendices de guerreros a nadie molesten con sus estridencias de tambores de guerra y puedan maniobrar a placer y hasta aprender hacerlo milimétricamente...
Nada parecido a las caóticas imágenes de las milicias republicanas de unos meses antes, a aquellas imágenes donde cada uno iba como su razón daba entender o estrafalarias posesiones permitían, con monos de trabajo y alpargatas, con sombreros de paja o boinas, con cascos tan antiguos que parecían sacados de las guerras franco-prusianas, pero vestidos con la frescura y energía, con la autenticidad y pasión, con la alegría y espontaneidad, de un pueblo que descubría el protagonismo y la razón de su propio ser y destino. (foto Archivo Anaya)
Nada parecido a las caóticas imágenes de las milicias republicanas de unos meses antes, a aquellas imágenes donde cada uno iba como su razón daba entender o estrafalarias posesiones permitían, con monos de trabajo y alpargatas, con sombreros de paja o boinas, con cascos tan antiguos que parecían sacados de las guerras franco-prusianas, pero vestidos con la frescura y energía, con la autenticidad y pasión, con la alegría y espontaneidad, de un pueblo que descubría el protagonismo y la razón de su propio ser y destino. (foto Archivo Anaya)
lunes, 8 de marzo de 2010
¿A DÓNDE IRÁN?

Su fama, la fama sangrienta de sus correrías, de sus asaltos indiscriminados, de su "carta blanca" que era sinónimo del peor de los horrores, junto al singular complemento a la soldada que era el derecho de pernada debe estar muy fresca en la memoria de muchos que los miran, y quizás por eso nadie los aplaude. (foto Archivo Anaya)
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